jueves, 25 de julio de 2013

¿POR QUE ESTAMOS EN LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE CLUBES?UNION-WUSHU

  Muchos han sido los títulos que se me ocurrieron cuando me surgió la idea de escribir este artículo. Desde «Este no es país para serios», hasta «Esto no hay quien lo arregle». Finalmente decidí quedarme con el que representa la esencia que justifica este rato de libre expresión, una de las pequeñas libertades que aún nos quedan en este país.
Lo que pasa en España no pasa en ningún otro lugar del mundo. Esta frase robada a mi padre, no fue realmente entendida por mí en profundidad hasta estos tiempos. Nos encontramos en un país que mantiene a capa y espada situaciones realmente rocambolescas.
Como practicante de artes marciales chinas, llevo más de 26 años escuchando la tan temida cantinela de «ya mismo se van a regular las artes marciales chinas y todo el mundo tendrá que estar en una única federación y someterse al ámbito federativo correspondiente».
La estupidez de esta afirmación, tan reiterada por todos aquellos que arriban a los puertos de cualquiera de las federaciones japonesas que acogen de buen grado a las disciplinas chinas, como haciéndonos un favor, es supina si analizamos con detalle cómo transcurren las cosas en nuestro país sobre este pobre asunto.
En primer lugar, la separación o reparto que se hace de las artes marciales chinas entre las federaciones de Judo y de Karate es, simple y llanamente, de pura risa. Los argumentos para derivar nuestras artes marciales a una u otra federación se sustentan en una particular y curiosa teoría, que no se sabe quién y por qué la hizo en su momento, que envía a los estilos «tradicionales» a la federación de karate y a las «modalidades modernas» a la federación de judo, eso sí, en el segundo de los casos amparado todo ello en los acuerdos internacionales con la IWUF. Parece evidente que, por defecto, todo lo que no entra dentro de las normas deportivas de una tiene que derivarse a la otra.
Esta singularidad, poco repetida en el panorama internacional, pone de manifiesto que además de por los toros, las panderetas y lo políticos chorizos, se nos puede reconocer por haber dividido lo indivisible. Es para tomárselo en serio, créanme.
El nivel de nuestros deportistas en España es reconocido internacionalmente, sobre todo, el de los deportistas que cobran importantes sumas de dinero o que son abanderados de las grandes marcas esponsorizadoras. La calidad o el nivel de un deporte se miden por aquel aporte que hace al mercado que da vida a nuestra sociedad, tanto en el ámbito local como en el nacional. Ahora los logros de nuestras selecciones son los nuestros propios, los goles de nuestro equipo son nuestras glorias y sus derrotas el motivo para estar cabizbajo hasta el próximo domingo. El resto de las actividades van quedando en el rio del divertimento o de la salud que tanto nos preocupa.
El siglo XXI se ha revestido de una complejidad sistémica muy elevada. Lo ha hecho con aspiraciones tan altas que parece oscurecer el brillo de cualquier modalidad vinculada a tradiciones ancestrales. Esto ha generado una tendencia que las va relegando progresivamente al ostracismo en detrimento de cualquier moda o invención deportiva emergente.
Para las artes marciales que practicamos, el panorama es gemelo al que acabo de detallar. No solo no tenemos una representación nacional federativa propia, tal y como tienen algunas actividades como la petanca, el tiro a pichones, los galgos, la colombicultura o la caza; además estamos participando activamente en estos ámbitos aportando licencias y cuotas a federaciones de otras disciplinas.
Por supuesto que no voy a entrar en esta polémica del uso de estas licencias, subvenciones, destino de recursos para modalidades, etc. De eso ya está bien servido todo el que participe en ellas. Mi pregunta de fondo es mucho más simple que todo esto.
¿Qué no hemos sabido hacer como colectivo para conseguir lo que han conseguido los practicantes de Pádel o de Bolos? ¿Por qué los bolos, el billar y la petanca no son disciplinas asociadas de la Federación Española de Pelota, de forma conjunta con el Frontón y el Trinquete tal y como nosotros estamos obligados como deporte a hacerlo? Lo digo realmente en serio.
¿Qué nos ha impedido hasta la presente fecha constituir un único colectivo ligado exclusivamente a sus intereses como tal? Personalmente creo que nuestra práctica tiene múltiples enfoques, muchos de ellos incompatibles con lo que se nos está vendiendo como «deporte». Algunos señalan lo difícil que es catalogar todos los estilos de Kung Fu que existen y verificar su calidad y la profesionalidad de sus instructores o sus clubes. Según parece, este problema se difumina si la licencia, el profesor o el club optan por integrarse en las federaciones japonesas que nos han cobijado hasta hace poco.
¿Pero estamos locos o qué? ¿Qué intereses nos están impidiendo superar este escollo tan duradero? ¿A quién no le interesa perder licencias y clubes para que funcionen en su verdadero ámbito de gestión? Hablamos del ámbito de gestión que les corresponde como un colectivo que sí tiene vínculos reales históricos y culturales que compartir.
La intención de este artículo no es menospreciar a ninguna actividad, en todo caso puede señalarnos más a nosotros como incapaces de lograr lo que otras actividades con una historia, tradición, experiencia y relevancia internacional menores han conseguido.
Tendríamos que plantearnos por qué estar en una federación deportiva cuando nuestra actividad es mucho más que eso. Tendríamos que pensar cómo establecer un marco democrático de comunicación colectiva que evite a los potenciales caciques o dictadores que sólo quieren llenarse el bolsillo y ganar popularidad. Tendríamos que evaluar nuestras necesidades como grupo, nuestro potencial, nuestros defectos y nuestras posibilidades reales de coexistir en un mismo entramado de colaboración, unidad, apoyo y respeto.
Estos valores que promulgamos como practicantes de artes marciales chinas en el ámbito de nuestras escuelas, pueden y deben ser el guión de nuestra actividad colaboradora, de nuestra sinergia como hermanos de una misma tradición. Una tradición común de más de cuatro mil años que se ha visto truncada en España por unos intereses pujantes divergentes que han conseguido finalmente separarnos. A unos se les ha inducido a creer que la tradición marcial no tiene cabida en una sociedad moderna del siglo XXI, a otros que el deporte no es efectivo como método de defensa personal, a otros porque entienden que unos estilos son más importantes que otros o que piensan que su maestro es más maestro que los del resto. Algunos señalan que lo interno y lo externo deben derivarse también a otros ámbitos porque sus mercados de interés son diferentes.
Si nos paramos a pensar con calma toda esta situación, apreciaremos que es evidente que hay una actuación divisoria generalizada miremos por donde miremos. Tenemos que responder a este intento de división uniéndonos, creando el espacio y el tiempo que debe contenernos para que podamos mantener intactas nuestras tradiciones, sin que ningún interés comercial, deportivo o político intente modificar esta tendencia que nos ha llegado en herencia.
Las artes marciales chinas son un único y mismo colectivo que comparte un flujo ininterrumpido de elementos socioculturales de gran profundidad y antigüedad. La división en cientos, miles de ramas, es el fruto de una evolución prolongada en el tiempo. Una evolución que ha mantenido una selección natural de estilos quedando lo que representamos en la actualidad.
La profesionalización de nuestros profesores depende de nuestra capacidad grupal de establecer unos criterios coherentes, dinámicos, integradores y actuales de formación. Los conocimientos registrados de estilos, escuelas, ramas, variantes, etcétera, nos exigen una actividad documental y de investigación que debemos registrar de forma unánime en un foro de conocimiento colectivo al alcance de todos los que formamos esta gran familia. La utilidad social de las artes marciales chinas, su aplicación a los problemas cotidianos del ser humano en materia de salud física y psíquica debe ser prioritaria para establecer nuestros objetivos de cara a nuestra sociedad actual. La innovación pedagógica, la investigación funcional de los estilos, el registro de experiencias y el establecimiento de comunicaciones con grandes maestros, representantes internacionales de diferentes modalidades o emergencia organizativa de similares características, también debe abordarse para aportar y recoger todo aquello que pueda ser de utilidad a nuestra causa común. Esta causa es solo una, mantener viva una tradición que aglutina no solo el arte de combatir, también el arte de vivir y de morir en armonía con el entorno y con las circunstancias que nos rodean.
Quizá si esto fuese así, no habría intentos de crear nuevos estilos sacados de la nada o no existirían personajes que desgraciaran la vida de tanta gente que acude sinceramente a aprender. La seriedad, el trabajo constante, la responsabilidad, el conocimiento y la comprensión de lo que hacemos son un orden de trabajo que debe marcar el ritmo de evolución de cualquier organización que pretenda abordar esta misión en España. Parece una misión imposible entre el complejo entramado de intereses que impiden realmente este suceso, pero no lo es si creemos que puede superarse.
Esto es lo que hace que cada día esté más convencido de que en el marco que estamos desarrollando la ANCAMCHI cabe esta intención, cabe este potencial y cabe la determinación que necesitamos como colectivo para afrontar este reto.
Tendremos defectos que superar, adaptaciones que hacer y reflexiones que abordar, pero tenemos muchas más cosas que apoyan todo lo que he mencionado anteriormente. Este espacio de trabajo, de esfuerzo y de ilusión es fruto de muchas almas implicadas al 100% con su misión como transmisores de un legado que no nos pertenece, que viaja a través de nosotros hacia generaciones futuras que sepan sacar de él todo lo que el ser humano necesita para vivir en paz y armonía, con justicia y con la felicidad que es deseable para todas las personas del mundo.
Este proyecto comienza en esta Asociación Nacional de Clubes de Artes Marciales Chinas. La puerta está abierta y el trabajo ha comenzado ya y continúa sin descanso.
Por eso estamos en Unionwushu.
 
POR:
D. Francisco Jose Soriano Tejeiró
Delegado de Malaga de UNIONWUSHU

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